Meditación: Declaración del amor de Cristo

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Meditación: Declaración del amor de Cristo

IV Domingo del tiempo ordinario

(Jer 1, 4-5; Sal 70; 1Cor 12, 31-13, 13; Lc 4, 21-30)

Este Año de Misericordia, de Gracia del Señor, en el que se proclama de manera especial el Evangelio de San Lucas, llama a nuestra puerta, de manera insistente, la declaración de amor de Jesucristo.

Reflexión

Pocas expresiones llegan al corazón y modifican la relación personal con uno mismo, a pesar de verse menesteroso como las que se encuentran hoy en el profeta Jeremías. Si se da fe a la declaración del profeta, todo cambia: “Antes de formarte en el vientre, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagré”.

Es verdad que el texto se refiere a Jeremías, pero cada uno podemos personalizar la Palabra de Dios, y sentir con el salmista: “Dios mío, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno tú me sostenías”.

A medida que se va cruzando el desierto de la existencia, más se puede acreditar la misericordia divina, la tutela permanente de Dios tiene para sus criaturas. Si a alguien se le puede aplicar la expresión paulina “el amor no pasa nunca”, es a Dios mismo. Él no se retracta de su palabra, y si se demuestra su voluntad amorosa en la existencia de cada criatura, porque todo existe en razón de la voluntad del Creador, ¡cuánto más permanece su amor en aquellos por los que su propio Hijo ha dado su vida!

Jesús de Nazaret, en la sinagoga de su pueblo, proclamó el Año de Gracia del Señor, y desde entonces hasta hoy se puede escuchar: -«Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»
Si cada uno damos crédito a la Palabra de Dios, descubriremos el realismo de su expresividad. Hoy, cada momento está abierto a la experiencia de la providencia divina, más allá de toda contingencia humana.

Propósito

Intenta por un momento escuchar dentro de tí lo que te dice el Señor:
“Yo te he escogido desde antes de nacer. Yo te he puesto nombre cuando estabas en las entrañas de tu madre. Yo te he dado una vocación única, expresión de mi amor por ti”.

Hoy se cumple en tí toda la profecía. Hoy, si quieres, puedes sentir el abrazo de la gracia.
«Tú podrás resistirte. Podrás hacer la pirueta mental de ponerte a reflexionar sobre el significado de mis palabras pero, mientras tanto, lo más cierto es que yo te sigo amando”.


Agradecemos esta aportación a Don Don Ángel Moreno de Buenafuente.

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