El Señor Jesús viene para ser bautizado y quiere que su cuerpo santo sea lavado en las aguas del Jordán. Alguien dirá quizá: si era santo, “¿por qué quiso ser bautizado?”. Escucha, pues, lo siguiente: Cristo es bautizado no para ser él santificado por las aguas, si no para que las aguas sean certificadas por él, y para purificarlas con el contacto de su cuerpo. Más que de una consagración de Cristo, se trata de una consagración de la materia del bautismo (Sermón sobre la Epifanía)