“El verdadero dogma central del cristianismo”, dice Solowjew, “es la unión íntima y completa de lo divino y lo humano, sin confusión ni separación”. Para gloria suya y para la felicidad de su criatura, Dios ha querido su unión con ella. La cima absolutamente perfecta de esta unión es la persona adorable de nuestro Señor Jesucristo. Él es Dios y es Hombre; es Dios perfecto y Hombre perfecto, Dios y Hombre unidos; juntos con una unión personal indisoluble, unidos sin confusión ni separación: ésta es la cumbre de la idea divina. (José Tissot, La vida interior)