Es más difícil de curarse la soberbia del entendimiento que la de la voluntad; porque la soberbia de la voluntad, siendo descubierta y reconocida por el entendimiento, puede fácilmente remediarse con una voluntaria y rendida sumisión a las órdenes de aquel a quien debe obedecer. Mas a quien está firme en la opinión de que su parecer es mejor que el de los otros, ¿quién será capaz de desengañarle? ¿Cómo podrá reconocer su error? ¿Cómo se sujetará con docilidad a la dirección y consejo de otro, quien se imagina más sabio y más iluminado que todos los demás? Si el entendimiento, que es la luz del alma con que solamente se puede ver y conocer la soberbia de la voluntad, está enfermo, ciego y lleno de la misma soberbia, ¿quién podrá curarlo?, ¿quién hallará remedio a su mal? Si la luz se trueca en tinieblas, si la regla es falsa y torcida, ¿qué será de todo lo demás?(El Combate Espiritual, Lorenzo Scupoli)