La oración y la conciencia de sí mismo

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El que no medita puede hacer como el que no se mira nunca al espejo, que no se preocupa de salir arreglado. Puede estar sucio sin saberlo. El que medita y piensa en Dios, que es el espejo de su alma, busca conocer sus defectos, intenta corregirlos, se reprime en sus impulsos y pone su conciencia a punto.