Otra vez habiéndole preguntado por qué era necesario tener pobreza, dolor y desprecio, respondió: Para que el hombre conozca a Dios y se conozca a sí mismo.
Conocer a Dios supone el conocimiento de sí mismo de manera que el hombre considere y vea a quién ofendió. Luego considere y vea quién es el ofensor. Por esta segunda consideración y visión le es dada gracia sobre gracia, conocimiento sobre conocimiento, luz sobre luz.
Por aquí comienza a crecer en conocimiento de Dios. Cuanto más conoce más ama, cuanto más ama más desea, y con tanta mayor fuerza actúa cuanto mayor es el deseo. Esta actividad es señal y medida de amor, pues en esto se conoce si el amor es puro, verdadero y recto, si el hombre ama y pone en práctica lo que amó y practicó aquel a quien ama.
Cristo, a quien ama, tuvo, amó y realizó aquellas tres cosas mientras vivió. Por consiguiente quien le ame debe amar siempre, amar y poseer como Cristo o tuvo, según queda dicho.