Cultivar la presencia de Dios y la imaginacion

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Qué no es: Imaginarse a Dios con formas naturales o humanas. Algunos, para ayudarse más en esto, consideran todo el mundo lleno de Dios, como lo está, e imagínanse a sí en medio de este mar infinito de Dios, cercados y rodeados de Él, de la manera que estaría una esponja en medio de la mar, toda empapada y llena de agua, y fuera de eso, cercada y rodeada de agua por todas partes. Y no es mala comparación para nuestro corto entendimiento, pero queda muy corta, no llega ni con mucho a declarar lo que decimos, porque esta esponja en medio de la mar, si sube arriba, halla cabo, y si baja abajo, halla suelo, y si va a un lado o a otro, halla término;; pero en Dios no hallaréis nada de eso. «Si subiere al cielo, allí estás Tú, Señor; y si bajare hasta el infierno, también; y si tomare alas y pasare a la otra parte del mar, allá me llevará y tendrá vuestra mano poderosa» (Salm. 138); no hay cabo, ni término en Dios, porque es inmenso e infinito. Y más, que la esponja, al fin, como es cuerpo, no puede ser del todo penetrada por el agua, que es otro cuerpo; mas nosotros en todo y por todo somos penetrados de Dios, que es puro espíritu. Pero al fin estas y otras semejantes comparaciones, aunque cortas, ayudan y son buenas para que entendamos en alguna manera la inmensidad infinita de Dios, y cómo está presente e íntimamente dentro de nosotros, y en todas las cosas.

Empero hay que advertir en este ejercicio que para esta presencia de Dios no es menester formar concepto ni representación alguna de Dios con la imaginación, fingiendo que está aquí a nuestro lado o en otra parte señalada, ni que le imaginemos con tal forma o figura. Algunos hay que imaginan delante de sí o a su lado a Jesucristo nuestro Redentor, que anda con ellos y los está siempre mirando en todo lo que hacen, y de esa manera andan siempre en la presencia de Dios. (…) Y aunque esto es muy bueno, si se sabe hacer; pero comúnmente hablando, no es lo que nos está mejor a nosotros, porque todas estas figuras e imaginaciones de cosas corporales cansan y fatigan y quiebran mucho las cabezas. Véase bien cuánta razón tenemos de advertir esto, porque aun para hacer la composición de lugar, que es uno de los preámbulos de la oración, con que nos hacemos presentes a lo que habemos de meditar, imaginando que realmente pasa aquello delante de nosotros, advierten los que tratan de oración, que no ha de ahincar uno mucho la imaginación en la figura y representación de estas cosas corporales que piensa, porque no se quiebre la cabeza y por otros inconvenientes de ilusiones que suele haber en ello. Pues si para un preámbulo de la oración, y que se hace tan brevemente y estando uno sosegado y despacio, sin tener otra cosa en qué entender, es menester tanto aviso y recato, ¿qué será querer todo el día y en medio de otras ocupaciones conservar esta composición?

Ejercicios de perfección y virtudes cristianas