Cuando tenemos en nuestra boca una fruta, apreciamos entonces su sabor mucho mejor que si leyéramos las descripciones que de ella hacen los tratados de Botánica: ¿Qué descripción podría ser comparable al gusto que experimentamos cuando probamos una fruta? Así, cuando estamos unidos a Dios y gustamos de Él por una íntima experiencia, esto nos hace conocer mucho mejor las cosas divinas que todas las descripciones que puedan hacer los eruditos y que todos los libros de los hombres más sabios. El conocimiento de los Dones es un conocimiento que se adquiere por connaturalidad y por experiencia íntima, en virtud de la unión estrechísima que tenemos con Dios. (El Espíritu Santo)