Señor Jesús, salvador y amigo nuestro que transformaste el amor de los esposos cristianos en viviente imagen de tu irreversible amor a tu Iglesia que, a través de este mismo amor que nos plenifica, nos une y santifica, nos convierte en colaborador e intérpretes de tu amor creador.
Llegamos a tu altar para sellar para siempre, en tu presencia, mutua y gozosa entrega que convertirá nuestras vidas en comunidad de ideales y de amor, y en un cálido hogar donde surjan y crezcan sanos y felices nuestros hijos, que serán también, por el bautismo, tus hijos.
Te decimos gracias porque uniste nuestros destinos y te elegimos para siempre como el gran amigo, consejero y confidente de nuestro hogar.
Quédate siempre con nosotros, Jesús: para compartir nuestras alegrías, para fortalecernos en nuestra lucha diaria, para alentarnos en nuestras dificultades, para mantenernos en perfecta fidelidad recíproca, para inspirarnos en la educación de nuestros hijos, para que nuestra casa sea un oasis de paz y alegría.
Nosotros queremos vivir contigo, Jesús Dios nuestro, progresando en tu amistad, contando con tu asistencia, porque sabemos que tu presencia será para nosotros y nuestros hijos, la mejor escuela de amor y solidaridad, de respeto y comprensión, de delicadeza, entrega y juventud de corazón, de armonía y sinceridad, de alegría , ternura y santificación.
Sí, Señor Jesús: desde hoy y para siempre, nuestro hogar es tu hogar. Quédate con nosotros. Amén.