Predicar y exhortar como un padre

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En la predicación y exhortación debes usar un lenguaje sencillo y un estilo familiar, bajando a los detalles concretos. Utiliza ejemplos, todos los que puedas, para que cualquier pecador se vea retratado en la exposición que haces de su pecado; pero de tal manera que no des la impresión de soberbia o indignación, sino que lo haces llevado de la caridad y espíritu paternal, como un padre que se compadece de sus hijos cuando los ve en pecado o gravemente enfermos o que han caído en un hoyo, esforzándose por sacarlos del peligro y acariciándoles como una madre. Hazlo alegrándote del bien que obtendrán los pecadores y del cielo que les espera si se convierten.

Este modo de hablar suele ser de gran utilidad para el auditorio. Hablar en abstracto de las virtudes y los vicios no produce impacto en los oyentes.

En el confesionario debes mostrar igualmente sentimientos de caridad, lo mismo si tienes que animar a los pusilánimes que si tienes que amenazar a los contumaces; el pecador ha de sentir siempre que tus palabras proceden exclusivamente de tu caridad. Las palabras caritativas han de preceder siempre a las recomendaciones punzantes.

Si quieres ser útil a las almas de tus prójimos, recurre primero a Dios de todo corazón y pídele con sencillez que te conceda esa caridad, suma de todas las virtudes y la mejor garantía de éxito en tus actividades.

Tratado sobre la vida espiritual, cap. 13: edición Garganta-Forcada, pp. 513-514