La semana pasada conocimos la genial figura de Fra Angélico, el pintor que oraba con sus pinturas. El día de hoy, quisiera hacer un artículo muy sencillo, pero que deseo que sea una ayuda a cada uno de ustedes: un ejemplo práctico de cómo orar con el arte. Y lo haremos, claro, con un cuadro del gran pintor florentino. Se trata de «La burla de Cristo», que es éste:
El cuadro refleja la contemplación típica de Fra Angélico, cómo se ha metido dentro de la escena. ¿Cuáles son los personajes?
1) Por un lado, la figura central de Cristo
El protagonista del pasaje evangélico. Está sentado en un trono, signo de su realeza, pero que, al mismo tiempo, está siendo su suplicio, pues los soldados se burlan de su «ser rey». Una contradicción que, sin embargo, nos está salvando. En medio de las burlas, Jesús está instaurando su Reino: un Reino que quiere instaurarse también en mi corazón.
2) Los burladores
Representados no con todo su cuerpo, sino sólo con las manos, los escupitajos, los saludos ridículo, etcétera. ¿Por qué los pinta así Fra Angélico? Porque, en ellos, estamos todos nosotros. Cada pecado que nosotros cometemos está siendo una bofetada, un escupirle a la cara a Cristo. Y, sin embargo, Él quiere seguir reinando en nuestro corazón.
3) La Santísima Virgen
La escena es tan degradante, que María no se atreve ni a ver. Y es algo que nosotros mismos muchas veces no queremos hacer: ver nuestros pecados nos duele. Le duele también a María. Pero Ella está presente, nos consuela, nos anima a pedir perdón. Es nuestro principal sostén en los momentos de mayor dolor, como lo fue para su Hijo. Acudamos a Ella siempre.
4) Santo Domingo de Guzmán
Como sabemos, Fra Angélico era dominico y por eso pone a su santo fundador. ¿Qué hace? Está leyendo la Sagrada Escritura. Presumimos que está justamente contemplando el pasaje que el pintor representa, como queriéndonos decir que al leer la Escritura nos podemos adentrar en la escena y sacar todo el jugo espiritual que Dios quiere para nuestra alma… justamente como él lo está haciendo con su cuadro.
5) El personaje que no aparece, el espectador, tú.
¿Qué más puedes verle al cuadro? ¿Qué enseñanza para tu vida, qué sentimiento trae a tu corazón, qué resolución quieres sacar? Porque orar no es sólo contemplar, sino traer a la vida de todos los días lo que uno ha meditado. Espero que este breve ejercicio te ayude para que puedas, de ahora en adelante, ver el arte con nuevos ojos: con los del que ora y eleva a Dios su mirada.
Autor: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C.
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