Llega prácticamente a su fin la serie de comentarios del Santo Padre acerca de la oración de Jesús. En la última audiencia, el Papa se detiene frente a Cristo en la cruz y subraya el valor del silencio, el cual toca nuestra vida de oración en dos direcciones:
1. Nuestro silencio:
Es necesario el silencio exterior (oído, vista) e interior (memoria, imaginación) para escuchar la palabra de Dios: El silencio excava un espacio interior en lo profundo de nosotros mismos para que permanezca ahí la Palabra de Dios y empiece a surgir efecto.
2. El silencio de Dios:
La experiencia común cuando rezamos es el silencio como respuesta. Quisiéramos oír la voz de Dios «al otro lado del teléfono», pero eso no sucede. Esto no significa que Él no nos escucha. Dios conoce nuestras necesidades en cualquier momento de nuestra vida. Sin embargo, así como los ojos, al apagar la luz de repente, se acostumbran progresivamente a la oscuridad y comienzan a ver en lo negro de la noche… de la misma manera el alma comienza a escuchar a Dios en medio del silencio. Cuando se hace el hábito del silencio, experimentamos a Dios y descubrimos que habla mucho más de lo que nos pensábamos.
Hagamos esta cuaresma el ejercicio del silencio para experimentar a Dios. No tengamos pánico a estar en medio del silencio.
Autor: P. Francisco Armengol, L.C
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