El Papa comenta en su catequesis del 27 de junio de 2012 el himno cristológico de San Pablo en la carta a los Filipenses, una carta que Pablo escribió mientras se encontraba en la cárcel, tal vez en la de Roma. ¿Qué produce la oración en nosotros? ¿A dónde nos lleva? Encontramos la respuesta en esta carta: «Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús» (Flp 2, 5).
Tener la mirada de Cristo
La oración debe llevar a un conocimiento y a una unión en el amor cada vez más profundos con el Señor, para poder pensar, actuar y amar como él, en él y por él. Es decir, a ver el mundo, las personas que me rodean y el verme a mí mismo con los ojos de Dios. La oración es como un cristal interior por el que vemos todo a la luz de Dios, un cristal que se convierten en parte de nuestro proprio ser.
Actuar como Cristo
El himno cristológico se centra en los «sentimientos» de Cristo, es decir, en su modo de pensar y en su actitud concreta y vivida. Y ahí vemos que Cristo no vive su «ser como Dios» para triunfar o para imponer su supremacía, sino que de despojó de sí mismo para actuar como siervo completamente entregado al servicio de los demás. Oración y servicio a los demás son inseparables.
Ahora bien, no se puede actuar como Cristo si antes no hemos aprendido, a través de la oración, a tener su misma mirada.
Aquí puedes leer la catequesis del Papa.
Autor: P. Francisco Armengol, L.C
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