Comentario a la catequesis del Santo Padre sobre la oración. Salmo 23.
Audiencia General 5 de octubre de 2011
¿Qué tiene de especial el Salmo 23? Algo debe tener, pues San Buenaventura narra en su Legenda s. Francisci (IX, 7) que San Francisco de Asís, en el verano de 1219, para presentarse al sultán de Egipto Malek el-Khamil, atravesó las líneas militares musulmanas cantando el versículo 4 de este salmo: «Incluso cuando camine por valle de sombra de muerte no temeré mal,porque tú estás conmigo».
Muchos siglos más tarde, el 6 de junio de 1944, de acuerdo con lo que describe C. Ryan en su novela El día más largo, durante el desembarco de Normandía, un soldado canadiense, para calmar la tensión que reinaba entre sus compañeros, se puso a recitar en voz alta el salmo 23.
Un canto a la confianza
El salmo 23 no necesita ser comentado. Basta leerlo con calma y hacer la experiencia. Es un canto de confianza en el Señor, si bien no aparece en ningún momento el vocablo “confiar”. Una característica que atraviesa todo el salmo es la implícita llamada a una mayor confianza en Dios, como si fuera un crescendo espiritual. El primer motivo de confianza es la comida abundante, o mejor dicho, sobreabundante, que el pastor da a su rebaño y la tranquilidad y serenidad que ofrece al alma. Luego se da un paso adelante y se confía en el Señor no ya cuando se está en una situación de reposo, sino cuando se está atravesando un valle oscuro, lleno de peligros. La confianza aumenta cuando el pastor se hace invisible, pero el solo sonido de su vara y su cayado consiguen reconfortar al orante; en otras palabras, se confía en el Señor incluso cuando no se le ve.
Este salmo no solo nos habla de Dios, sino que también nos muestra la condición vital del ser humano, de nosotros mismos: nuestra condición de constantes peregrinos en esta vida, con sus momentos de paz y sus momentos oscuros, momentos de reposo y momentos de camino, pero siempre bajo la protección y bendición del Señor.
Aquí puedes leer la catequesis del Papa sobre el salmo 23.
Autor: P. Francisco Armengol, L.C
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