En una época de descristianización, hemos presenciado poco a poco un ir pasando de un espíritu modernista y de rechazo a las enseñanzas cristianas, hasta un ir creyendo en cualquier barbaridad. Por ejemplo, sorprende que alguien considere «increíbles» las verdades de fe y no consideren insólitos los poderes que se les atribuyen a las piedras u otros elementos naturales, a las posturas o a las cosas colocadas de tal o cual manera. No se cree en los sacramentos para recibir una gracia, pero creemos en cualquier ritual en el que decimos cosas incomprensibles, que nos aseguran transferirnos un poder y protección con hierbas, humos y piedras. Hemos pasado del criticismo a la negación misma de un sano modo de criticar, o sea, de analizar racionalmente las cosas.
Es por esto que hoy reflexionaremos sobre otra nueva moda espiritual que es la creencia en los ángeles. La gente no cree en Dios. Tal vez porque lo ven muy grande y lejano, y como puede ser muy poderoso y perfecto ¿cómo va a ver mis pequeñeces? Entonces es más «amigable» pensar en seres más pequeños, pero poderosos, con diferentes atributos y que ofrecen diferentes servicios, pero no piden nada a cambio. Sólo piden que les abras las puertas porque ellos buscan sobre quiénes derramar sus bienes. Se envían de amigo a amigo y es cosa sólo de desear el bien. Y eso sí, bienes terrenos, valores humanos…nada de servir a Dios con humildad y obediencia. Nada de tener paciencia, de confiar en Dios, de esperar en su paternal designio…
Estos ángeles no son realmente ángeles. La razón es muy simple: se mandan solos. Y la palabra ángel significa enviado. ¿Quién los envía?¿Para quién trabajan? Parecen ser un poco caprichosos ya que buscan dar «algo» sin una relación personal. Es una espiritualidad sin religión, porque no te religan con nadie trascendente y personal con quien relacionarte. Se parece a las religiones animistas, donde «espíritus» de las cosas hacen y deshacen según les parece.
La ventaja que ofrece una espiritualidad así es que nadie se hace responsable del todo de su destino, y tampoco está obligado a reportar a Dios, creador de mi vida, una razón de mi comportamiento. Más bien todo está en la suerte y en hacer alguna negociación a través de piedras o talismanes con sendos personajes para irse más o menos salvándose de situaciones problemáticas.
María Santísima es reina de los Ángeles, primero porque Dios la coronó Reina de todo lo creado, por eso los ángeles son sus súbditos, pero lo hacen con gusto y orgullo, tomando en cuenta que ella es inferior por la naturaleza humana a ellos, aunque superior por la Gracia de Dios, por su enorme humildad como Sierva del Señor y por ser Madre del Verbo.
María sirve a su Divino Hijo en la obra de la redención buscando el bien de los hombres y la Gloria de Dios, con la ayuda de los servidores de Dios, que son los ángeles. La esencia de un ángel antes que cualquier cosa es servir a Dios, después han sido clasificados en distintas jerarquías, etc. Sin embargo, desde el más poderoso hasta el más pequeño, todos sirven a Dios y los que no quisieron hacerlo y se preferían «mandar solos» se conocen como demonios. Así qué cuidado con abrirles puertas y ventanas a esos supuestos ángeles benefactores que no trabajan de la mano de Dios.
Pidamos a María Santísima, la humildad de trabajar para Nuestro Señor como Ella y los ángeles lo hacen, sabiendo que Dios es Padre y conoce nuestras necesidades y no deja de mirarnos y mandarnos lo que hace bien a nuestra salvación.
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