La responsabilidad del pastor

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Por eso, pastores, escuchen la palabra del Señor. Y ¿qué es lo que escuchan, pastores? Esto dice el Señor: Me voy a enfrentar con los pastores: les reclamaré mis ovejas. Escuchen y atiendan, ovejas de Dios: El Señor reclama sus ovejas a los malos pastores y les pide cuenta de haberlas llevado a la muerte. Dice, en efecto, en otro lugar, por medio del mismo profeta: Hijo de hombre, te he puesto como atalaya en la casa de Israel: Cuando escuches una palabra de mi boca, les darás la alarma de mi parte. Si yo digo al malvado que es reo de muerte, y tú no le das la alarma: es decir, no hablas poniendo en guardia al malvado, para que cambie su mala conducta, y conserve la vida, entonces el malvado morirá por tu culpa, y a ti te pediré cuenta de su sangre. Pero si tú pones en guardia al malvado, y no se convierte de su maldad y de su mala conducta, entonces él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado la vida.
¿Qué significa esto, hermanos? ¿Se dan cuenta de lo peligroso que es callar? El malvado muere, y muere justamente; muere por su culpa y por su mala conducta; pero el descuido del mal pastor lo llevó a la muerte. El malvado hubiera podido encontrar en su pastor al pastor de vida que dice: ¡Lo juro por mi vida! -Oráculo del Señor-; pero, como su pastor era descuidado, el malvado no pudo oír la voz de aquel que precisamente fue constituido prelado y vigilante para amonestar al pueblo; así el malvado murió con toda justicia, pero el prelado también recibirá el castigo merecido. En cambio, si éste hubiera dicho al malvado: «Eres reo de muerte, pues te amenaza la espada del Señor» , y él hubiera hecho caso omiso de esta espada inminente, y la espada hubiera caído sobre él, el malvado habría muerto ciertamente por su culpa, pero el prelado habría salvado su vida. Por eso es obligación nuestra amonestar, y es deber de ustedes escuchar la voz del verdadero Pastor en las santas Escrituras, aun en el caso de que nosotros guardáramos silencio.
Veamos, pues, ya que así me lo había propuesto, si el Señor reclama las ovejas a los malos pastores para entregarlas a otros pastores que sean buenos. Contemplo al Señor cómo arrebata las ovejas de la mano de los malos pastores. Es esto lo que dice el texto: Me voy a enfrentar con los pastores: les reclamaré mis ovejas, los quitaré de pastores de mis ovejas para que dejen de apacentarse a sí mismos los pastores. «Cuando digo: los quitaré de pastores de mis ovejas, ya se entiende que es porque se apacientan a sí mismos, no a mi rebaño.»
¿De qué modo los quita de pastores para que dejen de apacentar a sus ovejas? Los quita de pastores cuando afirma: Cumplan y guarden lo que les digan, pero no los imiten en sus obras, que es como si dijera: «Proclaman mis palabras, pero obran según sus deseos. Cuando ustedes no obran según el ejemplo de los malos pastores, ellos ya no les apacientan; cuando, en cambio, realizan lo que ellos les dicen, yo les apaciento.»

Sermón sobre los pastores