Conmigo estás

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Conmigo estás

Dentro del alma en íntimo sosiego,
una oración perenne se repite;
no es que afligido esté, ni que en mi ruego
gracia ninguna inquieto solicite.

Esta lenta oración nada reclama,
ni siquiera en palabras se formula;
es el mudo latir de un pecho que ama
y que en su amor todo otro afán anula.

Es ante Dios un acto de presencia,
un sentirme a su lado satisfecho,
un arrostrar sin pena la inclemencia
de la vida al abrigo de su techo.
Un dejarme en sus brazos lo que dure
la aguda incertidumbre de la vida,
sin pedirle palabra que asegure
ni la final jornada tan temida.

Un decirle: «Señor, Tú eres testigo
de mi vida que oculta se desgasta;
y ves que no me quejo; estoy contigo
y Tú conmigo estás, y esto me basta…
Amén