Como nos lo enseña San Pablo, hay en nosotros dos hombres: a) el hombre regenerado, el hombre nuevo, con nobles inclinaciones, sobrenaturales, divinas, las cuales pone en nosotros el Espíritu Santo por los méritos de Jesús y la intercesión de la Santísima Virgen y de los Santos; inclinaciones éstas, a las que procuramos corresponder poniendo en ejercicio, bajo el influjo de la gracia actual, el organismo sobrenatural con que Dios nos dotó. b) Mas juntamente hay en nosotros el hombre natural, el hombre carnal, el hombre viejo, con sus malas inclinaciones, que no arrancó de raíz de nuestra alma el bautismo: éstas son la triple concupiscencia, que conservamos de nuestra primera generación, y que se encargan de reavivar y reforzar el mundo y el demonio (Compendio de teología ascética y mística §226)
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