El diácono (del griego diákonos = servidor) es el primer grado del sacramento del Orden en la Iglesia católica. Como dice el nombre mismo, el diácono se compromete especialmente en el ámbito caritativo (diaconía), sin embargo también enseña, da catequesis, proclama el Evangelio, predica y asiste en el culto divino (Youcat pág. 145)
- El encuentro con Dios en el silencio y la naturaleza, (9/43)
- San Patricio: el infatigable apóstol de las largas horas de oración
Vida
Sucat, éste era su nombre en celta, nació en la isla de Gran Bretaña hacia el 389. Era hijo de un diácono, oficial del ejército romano. A los 16 años fue tomado prisionero por algunos piratas que le condujeron a Irlanda y lo vendieron como esclavo. Se le destinó al pastoreo de rebaños. Allí pudo dedicarse a la oración e ir creciendo en su experiencia personal de Dios. Sin embargo, la condición de esclavo le parecía insoportable e intentó huir muchas veces sin éxito. Cuando por fin lo logró se embarcó hacia Francia, pero a causa de una tormenta tuvieron que desembarcar en un lugar deshabitado. Él y los tripulantes vagaron varios días sin encontrar seres humanos ni provisiones. Patricio les instó a confiar en Dios y no tardaron en encontrar comida. Cuando llegaron al primer pueblo, Patricio se dirigió al monasterio de Lerins donde pensaba permanecer. Sin embargo, tuvo una visión en la que escuchaba a los irlandeses que le invitaban a volver para predicarles a Cristo. Inició entonces una seria preparación intelectual que le llevó a Auxerre y a los principales monasterios de Italia.
- San Juan Crisóstomo: la boca de oro que observaba a Dios en todas las cosas
Vida
Juan Crisóstomo nació en Antioquía probablemente hacia el 349. Educado por su madre santa Antusa, en los años juveniles llevó una vida monástica en su propia casa. Luego, tras la muerte de su madre, se retiró al desierto en donde estuvo seis años. Al finalizar los mismos, lo llamaron para ordenarlo diácono.
El sacerdocio fue, para san Juan, una grave responsabilidad. Pasó cinco años preparándose para el mismo. Por fin, una vez que el obispo Fabián le impuso las manos, dedicó sus energías a colaborar en el gobierno de la Iglesia antioquena. Su principal especialización fue la predicación, adornada con una gran dote oratoria y una profunda cultura. Pastor y moralista, se preocupaba por transformar la vida de sus oyentes más que por exponer teóricamente el mensaje cristiano. Debido a su gran éxito, sus oyentes le pusieron el apodo de Crisóstomo: boca de oro.
- El Buen Samaritano
- Derramó su sangre por el nombre de Cristo