El que mueve a darse uno mismo para la felicidad del otro (O. de La Brosse, Diccionario del Cristianismo)
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El que mueve a darse uno mismo para la felicidad del otro (O. de La Brosse, Diccionario del Cristianismo)
A veces uno prefiere el silencio. Nos habrá tocado sin duda acompañar a alguien que no tiene ganas de hablar. O no puede. Momentos de sufrimiento, momentos de profunda emoción, momentos de enojo, momentos de buscada soledad, momentos en que la persona necesita estar a solas consigo misma. Nuestra sensibilidad nos sugiere que es mejor no preguntar, no intervenir, no tratar de arreglar las cosas, no interrumpir... Sabemos que basta estar ahí, que la compañía y la comprensión es lo mejor que podemos ofrecer, y a veces sentimos el natural impulso de retirarnos discretamente. Aprendemos a respetar el silencio, como un espacio de intimidad que no queremos violar.