Te damos gracias, Señor, porque has bendecido nuestra casa y nos has confiado este hijo. Una vez más lo ponemos en tus manos paternales.
Guíalo y condúcelo, bajo la protección de los santos ángeles y de su santo Patrono, juntamente con nosotros, a la felicidad eterna.
Defiéndelo del pecado y de la malicia del mundo, mantenlo en la fe y en tu amistad.
Hazlo fuerte, leal, generoso, para que su vida difunda un hálito de bondad y alegría, que manifieste a todos la belleza de la vida cristiana. Amén